En los últimos 115 días, Gaza ha experimentado una crisis humanitaria sin precedentes. Los ataques aéreos y bombardeos persisten, dejando doloroso balance de 25 105 muertos y 62 000 heridos desde el pasado 7 de octubre. Estas cifras oficiales no incluyen las muertes por falta de atención médica, hambre o enfermedades derivadas de las condiciones de vida. Además, las autoridades locales calculan que al menos 7 000 personas se encuentran bajo los escombros. Resulta difícil encontrar cifras similares en otros conflictos recientes.
Una mujer afuera de una morgue en Rafah (Gaza), el 10 de enero.
La magnitud del ataque israelí se refleja en la caída de 45 000 bombas y misiles sólo en los primeros tres meses de operación militar. La suma de todos los artefactos equivale a tres bombas atómicas de la Segunda Guerra Mundial. La devastación en Gaza es una consecuencia directa de estos bombardeos. Aproximadamente la mitad de los edificios de la Franja han sufrido daños o han sido completamente destruidos, una proporción que se eleva entre el 72% y el 84% en la región norte del enclave palestino. Esta ofensiva ha causado estragos en la infraestructura hospitalaria de Gaza y ha comprometido significativamente la capacidad de respuesta ante emergencias. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), sólo 14 de los 36 hospitales de la Franja siguen operativos, aunque con personal, suministros médicos y combustible limitados.
"45 000 bombas y misiles sólo en los primeros tres meses de operación militar. La suma de todos los artefactos equivale a tres bombas atómicas de la Segunda Guerra Mundial."
Hoy en día, y como consecuencia del bloqueo del 9 de octubre, más de 2.2 millones de personas en la Franja sufren de inseguridad alimentaria, lo que significa que no tienen acceso constante a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias mínimas. En numerosas situaciones, la desnutrición se está topando además con restricciones drásticas en el suministro de agua y a condiciones sanitarias precarias, según informan los refugios de la UNRWA. Se ha observado un aumento significativo de enfermedades transmisibles, como la diarrea, infecciones respiratorias agudas e infecciones cutáneas. Además, hay informes iniciales que indican la aparición de brotes de enfermedades, incluida la hepatitis A.
A pesar de los esfuerzos de las organizaciones, las restricciones de acceso
y la inseguridad en la región han dificultado enormemente la entrega de asistencia
humanitaria. Además, la decisión de varios países de suspender sus
contribuciones financieras a la agencia de las Naciones Unidas para los
refugiados palestinos (UNRWA), principal actor humanitario en Gaza, constituye un
injustificado castigo colectivo para toda la población de Gaza. En efecto, la
suspensión de las aportaciones a la agencia de la ONU no hace más que agravar
las condiciones inhumanas en las que viven los gazatíes. Sólo contribuye a
condenar al desamparo ante los bombardeos y a la indigencia a cientos de miles
de personas inocentes que carecen de refugio, agua y alimentos.
La comunidad internacional debe tomar medidas urgentes para garantizar la entrega segura y constante de ayuda alimentaria a las comunidades más vulnerables. La Fundación Comité de Ayuda al Pueblo Palestino reitera su compromiso con la asistencia humanitaria y hace un llamado a la solidaridad global en este momento crítico.