En Gaza, el jueves 29 de febrero, una distribución alimentaria se convirtió en una escena trágica y sangrienta.
La tragedia tuvo lugar en la plaza de Nablus, en el noroeste de la ciudad de Gaza, donde una multitud se congregó con la esperanza de obtener harina de los camiones de ayuda humanitaria. Sin embargo, lo que encontraron fue una cruel realidad: en lugar de alivio, se toparon con una lluvia de balas disparadas por las tropas israelíes. En un giro desgarrador, aquellos civiles desarmados que buscaban desesperadamente alimentos en los camiones se vieron confrontados con la violencia desproporcionada de las fuerzas militares. El sonido ensordecedor de los disparos resonó en medio del caos y el pánico se apoderó del ambiente, transformando la escena en un escenario dantesco donde la vida y la muerte se entrelazaron trágicamente.
Testimonios desgarradores describen un cuadro caótico y mortal, donde civiles indefensos fueron atacados mientras intentaban acceder a alimentos básicos para subsistir. Uno de los supervivientes relató: “Llevaba esperando desde ayer. A eso de las 4:30 de la mañana, los camiones de ayuda empezaron a llegar. Cuando nos acercamos a ellos, los tanques comenzaron a dispararnos: era como una trampa”.
El Ministerio de Sanidad de la Franja de Gaza, ha catalogado este evento como “masacre”, responsabilizando a las Fuerzas de Defensa de Israel por la pérdida de 112 vidas y 760 heridos, una cifra que estremece por su magnitud y crueldad.
En medio de esta controversia, el portavoz del ejército israelí ha rechazado las acusaciones alegando que las tropas no realizaron disparos de tanques ni ataques aéreos hacia el convoy humanitario. Más bien, sostiene que estaban asegurando un corredor humanitario para brindar asistencia a los residentes del norte de la Franja de Gaza. Asimismo, alega que las muertes fueron resultado de empujones y pisotones provocados por los propios gazatíes, que rodearon los camiones en un intento de saquear los suministros. Sin embargo, evidencias visuales y testimonios refutan esta versión, apuntando a un ataque deliberado contra civiles desarmados y necesitados de ayuda.
Este suceso se suma a una serie de ataques sistemáticos dirigidos a personas vulnerables que aguardaban para recibir alimentos. En estos últimos días, las fuerzas israelíes han abierto fuego contra grupos de palestinos que esperaban la llegada de camiones con ayuda humanitaria en diversos puntos.
El ataque directo hacia quienes buscan acceder a alimentos se produce en un momento critico para el norte de Gaza, donde una grave crisis de hambruna ha sumido a 400.000 palestinos en un abismo de desesperación.
Esta masacre constituye otro crimen de guerra perpetrado por las fuerzas sionistas. De acuerdo con el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la privación intencionada a civiles de elementos esenciales para su supervivencia constituye un crimen de guerra, incluyendo la obstrucción de suministros de ayuda humanitaria. Esta prohibición, respaldada por el Primer Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra y el artículo 14 del Segundo Protocolo Adicional, refleja los principios del derecho internacional humanitario consuetudinario, aplicable en todo conflicto armado.
Este trágico episodio ha vuelto a evidenciar la crítica situación humanitaria en Gaza y la imperiosa necesidad de una intervención internacional. Es el momento de exigir responsabilidades a aquellos que perpetúan la violencia y de trabajar incansablemente por una paz duradera que brinde dignidad y seguridad a todos los habitantes de la región. Gaza anhela más que simples promesas; requiere acciones concretas que pongan fin a la violencia y al sufrimiento de su gente.